Cómo ser prevaricador y seguir viviendo de la política
Articulo publicado por Diario de Sevilla a cargo de Juan Luís Pavón
ES una pamema que todos los ciudadanos seamos iguales ante la ley. Cualquiera de ustedes, en el ejercicio de su profesión, si es procesado judicialmente y acepta, para evitar sentarse en el banquillo, una pena de siete años de inhabilitación por el delito de prevaricación por omisión, lo tiene más crudo que el petróleo de Abu Dhabi si quiere encontrar otro trabajo. En cambio, Justo Padilla, durante 30 años alcalde de Guillena, está blindado en el cargo de gerente de la Mancomunidad de Municipios de La Vega, pese a la citada condena pactada con la Fiscalía. La maniobra tiene su aquel. Tiempo tuvo para urdirla, dada la lentitud procesal.
Padilla dimitió como alcalde en mayo del año pasado, cuando era inexorable que se acercaba la hora de convocarse un juicio para dirimir su actitud consentidora ante la construcción ilegal en suelo no urbanizable de un conjunto de chalés junto a los Lagos del Serrano. Además, iba en paralelo la instrucción de otro pufo urbanístico, ligado a las naves de un polígono industrial. Las razones personales que Padilla esgrimió para dejar la alcaldía eran anticiparse a lo que se le venía encima. Era mejor para él y para el PSOE evitar la pena de banquillo a un alcalde.
Para compensarle por el sacrificio, se le mantiene en un cargo con buen sueldo al que no renuncia, y que no está sometido a la inhabilitación de cargo público aunque maneja dinero público y es elegido a dedo desde el poder público. Y, cuando llega la hora del juicio, se pacta una condena que en apariencia es dolosa para que en el poder judicial se queden satisfechos con su labor fiscalizadora, pero que en verdad deja impoluto su estatus actual, sus emolumentos y su capacidad de influencia en la comarca. Justo Padilla ya no puede volver a ser alcalde ni concejal, por decisión judicial. Ni lo pretende. Lo único que debe arrostrar es el descrédito público. Pero ande yo caliente, y ríase la gente de mí como gerente que ha prevaricado en mi anterior empleo, llamado excelentísimo señor alcalde de.